
en un leve soplido que acaricia el rostro.
Y como una luna de gemidos, transporto mi cuerpo, en el carruaje de tus manos; para nadar en el infierno de tus ríos.
Amo el sendero que tu boca deja dentro de mi sangre;
ese cosquilleo que danza bajo mis entrañas,
en un aleteo de felicidad; el sabor de tu lengua devorando mis tejidos,
en una venganza deseosa de tu libido.
Y accedo a la cima del orgasmo, navegando el color de tus pupilas;
derramando mi sed en el bosquejo de tus formas, que declinan dentro de mi .
Te vuelves a erguir, como un vértice que talla mi carne;
mordiendo el recorrido de mi cuello,
en una espiral de besos que confluyen en ti;
socavando el borde de mis pechos, que laten atados a tu nombre.
Y así la vida se asemeja a un paraíso, donde mi sombra se exhala en tu semblante...
Nadie mas que tu... ha encendido mi fuego solo con un beso.