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Después del encuentro me vuelvo a cubrir con la capa del pudor, que tapa esta vergüenza, vergüenza por que el deseo que te tengo no es confesable, la comparto en soledad yo y mi propio yo. Tú en la sombra, en silencio, sin decir a penas nada, a veces una exclamación es lo único que me regalas. Me quitaré la capa cuando me meta en mi lecho, gozaré de tu aroma jugando en mi convento, un largo pasillo lleva a la cueva más secreta donde nace un río , ancho río y caudaloso que cuando piensa en tí abre sus compuertas con furia, riega, arrasa y da vida al cuerpo de esa mujer que desea seguir postrada en solitario ante tus pies. Como por la mar navegan navíos de largas velas, me imagino tu vela alzada, reluciente navegando por este río calmo a veces y otras torrente.